Alcides Ramos Cordero

Software Engineer

La neurodivergencia no mola

La neurodivergencia está de moda, pero ser neurodivergente no es una elección y no es algo divertido.

Reflexión

Se puede ser neurodivergente y tener una vida profesional plena y con ganas de seguir evolucionando? Si, se puede. Aunque no es fácil.

Las personas neurodivergentes, aunque antaño recibíamos otros nombres, siempre hemos estado presentes. Se nos ha tachado de tímidos, raros, frikis, soberbios, bordes, antipáticos… e incluso calificativos despectivos mucho peores. Se nos ha aislado consciente o inconscientemente de manera sistemática.

Cuando se detecta en edades tempranas los psicólogos y pedagogos pueden enseñar a quien lo padece, así como a su entorno cercano, herramientas y técnicas para aprovechar esas características y usarlas en beneficio propio. Bien sea enseñándoles técnicas de estudio, estimulación sensorial para captar la atención, musicoterapia para reforzar la memoria y el foco... Pero ¿qué pasa cuando llegas a edad adulta sin haber tenido esas herramientas? Hace 20-30 años no era frecuente hacer revisiones cognitivas o psicotécnicas a niños. Internet estaba reservado a grupos selectos y no había el acceso a la información que hay en la actualidad.

Llegamos a edad adulta con frustración e incomprensión, frustrados por no encajar e incomprendidos por no saber por qué. Y además sumidos en un estado de indefensión y sintiendo que el mundo es hostil, pues está diseñado para ser normativo, homogéneo… y ese rebaño no está diseñado para los díscolos.

Resulta que en el mundo del desarrollo de software hay muchas personas neurodivergentes. Algunas públicamente reconocidas pero la gran mayoría no, bien sea porque no quieren comunicarlo (y es respetable), porque aún no han sido diagnosticadas o porque el acceso a servicios psicológicos sigue siendo extremadamente caro.

En cualquier caso es relativamente fácil detectarlas: solemos ser las personas que estamos cómodos lejos del centro de atención, que no solemos asistir a eventos sociales o que nos supone esfuerzo; que no soportamos los ruidos, que el contacto físico puede hacernos sentir incómodos, que podemos ser tremendamente literales, que no somos empáticos… que somos soberbios o impacientes, que somos sumamente productivos pero “que son para echarles de comer aparte”. Todos conocemos a personas así.

Lo que pocos reparan es que tenemos muchas más dificultades para tener una vida laboral estable. Las empresas vierten muchos recursos en adaptarse y que sean espacios más diversos, pero no olvidemos que el teletrabajo ha llegado y que esas medidas quedan, por tanto, en la oficina. Ahora la mayoría trabajamos en remoto por lo que la única relación laboral tangible es, además de tu propio desempeño, la relación que tienes con tus compañeros y con tu manager.

En resumidas cuentas:

Da igual que seas técnicamente bueno o brillante que, si no encajas con los demás, tendrás muchas menos oportunidades de mantener o de obtener un empleo estable.

Es por ello que muchos neurodivergentes nos vemos obligados a emprender. Porque estamos cansados de buscar esa empresa donde nos entiendan, donde confíen en nosotros, donde nos den nuestro espacio y no nos traten como despojos o lastres (si, aún hay empresas muy cool y modernas con managers de mierda). No es raro encontrar casos donde una persona ha tenido muchos cambios de trabajo en breve espacio de tiempo. ¿Por qué? Hay muchas razones, pero pocos piensan en que tal vez esa empresa o, mejor dicho, esos managers, no estaban debidamente preparados para gestionar personas en remoto, con o sin neurodivergencias asociadas.

Emprender para no tener que depender de managers de mierda parece una buena idea. Pero ¿a qué precio? Emprender es estar aún más aislados, en un entorno laboral mucho más solitario y hostil, sometidos a la burocracia del Estado, arriesgando más que los demás y sin ayuda.

Ser neurodivergente no es una elección y no es una moda. No es algo cool. No es divertido.

Por suerte trabajo en un sector que cambia muy rápidamente y evoluciona en múltiples planos constantemente. La sociedad es cada vez más receptiva y tenemos más recursos para poder buscar ayuda y aprender más y mejor sobre nosotros mismos.

Por suerte también hay empresas gestionadas por managers que reconocen sus limitaciones y deciden aprender sobre la neurodivergencia, no sólo como un acto de enriquecimiento personal sino como medio para gestionar mejor a sus equipos, tengan o no alguna sintomatología neurodivergente.

Sólo puedo decir que, por suerte, ¡aún hay esperanza!

Versión del documento

[^v1.0]: Última Modificación: 02/12/2023